lunes, 30 de diciembre de 2013

Lo más terrible


Para acabar el año el broche. Hemos asistido entre estupefactos, sorprendidos e indignados a las sesiones de recortes casi diarios de este nefasto gobierno neo-liberal. Estábamos pero no se nos notaba. Se ha envalentonado tanto el poder que se han atrevido con leyes de seguridad que suponen restricciones prácticas más propias de tiempos más grises. Tal ha sido nuestra pasividad que ya en la cresta de la ola se han lanzado a asestar el golpe definitivo, han hecho lo peor que podían hacer, lo más terrible.

Retirar la libertad y el derecho de elección sobre su destino de una parte importante de la población, en concreto la mitad de la población. No es una vuelta a años anteriores de otro régimen, es una involución aún más profunda, es retrotraerse a tiempos medievales, o casi. La reforma de la ley del aborto es un atentado contra todos como ciudadanos, es un ataque muy bien orquestado entre un partido en el gobierno, con mayoría legislativa y la sempiterna jerarquía eclesiástica de este país. No se merecen más que nuestro rechazo, se han ganado a pulso nuestro desprecio. Según su ley de seguridad han ofendido a España. Y yo que pensaba que vivía en un país moderno, con futuro. Nos han fallado y faltado a la dignidad propia del ser humano.

Es una reforma de carácter inquisitorial que niega la libertad a las personas simplemente por una cuestión de ideas religiosas. Vamos a dejar de lado los hechos científicos sobre la creación de vida, la aparición de la consciencia y la génesis del ser humano; y los dejamos de lado no porque no sean la única herramienta de la que disponemos para conocer la verdad en un asunto así, verdad que está casi esclarecida y que estos energúmenos se empeñan en rechazar con el único argumento de la fe.

Tenemos formas más evidentes de rechazar esta ley. A nuestros políticos se les llena la boca cuando hablan de la libertad y su defensa y con esta ley cercenan efectivamente la nuestra. Con la anterior ley se ponía en manos de la mujer el decidir qué hacer con su cuerpo. La ley cumplía lo que deben ser las leyes, daba la libertad para que las personas la ejerciesen con responsabilidad. Esta contra-reforma no cercena la libertad de disposición del propio cuerpo, que también, sino, y mucho más grave, la libertad de ejercer sobre mi vida la responsabilidad. Con esta ley dicen defender la vida cuando sabemos que no existe y relegan a la mujer al papel de un instrumento, no le otorgan el valor de ser una persona capaz y consciente, autónoma. Afortunadamente, siempre tenemos la posibilidad de rebelarnos, y se lo están ganando a pulso.

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