Para
acabar el año el broche. Hemos asistido entre estupefactos,
sorprendidos e indignados a las sesiones de recortes casi diarios de
este nefasto gobierno neo-liberal. Estábamos pero no se nos notaba.
Se ha envalentonado tanto el poder que se han atrevido con leyes de
seguridad que suponen restricciones prácticas más propias de
tiempos más grises. Tal ha sido nuestra pasividad que ya en la
cresta de la ola se han lanzado a asestar el golpe definitivo, han
hecho lo peor que podían hacer, lo más terrible.
Retirar
la libertad y el derecho de elección sobre su destino de una parte
importante de la población, en concreto la mitad de la población.
No es una vuelta a años anteriores de otro régimen, es una
involución aún más profunda, es retrotraerse a tiempos medievales,
o casi. La reforma de la ley del aborto es un atentado contra todos
como ciudadanos, es un ataque muy bien orquestado entre un partido
en el gobierno, con mayoría legislativa y la sempiterna jerarquía
eclesiástica de este país. No se merecen más que nuestro rechazo,
se han ganado a pulso nuestro desprecio. Según su ley de seguridad
han ofendido a España. Y yo que pensaba que vivía en un país
moderno, con futuro. Nos han fallado y faltado a la dignidad propia
del ser humano.
Es
una reforma de carácter inquisitorial que niega la libertad a las
personas simplemente por una cuestión de ideas religiosas. Vamos a
dejar de lado los hechos científicos sobre la creación de vida, la
aparición de la consciencia y la génesis del ser humano; y los
dejamos de lado no porque no sean la única herramienta de la que
disponemos para conocer la verdad en un asunto así, verdad que está
casi esclarecida y que estos energúmenos se empeñan en rechazar con
el único argumento de la fe.
Tenemos
formas más evidentes de rechazar esta ley. A nuestros políticos se
les llena la boca cuando hablan de la libertad y su defensa y con
esta ley cercenan efectivamente la nuestra. Con la anterior ley se
ponía en manos de la mujer el decidir qué hacer con su cuerpo. La
ley cumplía lo que deben ser las leyes, daba la libertad para que
las personas la ejerciesen con responsabilidad. Esta contra-reforma
no cercena la libertad de disposición del propio cuerpo, que
también, sino, y mucho más grave, la libertad de ejercer sobre mi
vida la responsabilidad. Con esta ley dicen defender la vida cuando
sabemos que no existe y relegan a la mujer al papel de un
instrumento, no le otorgan el valor de ser una persona capaz y
consciente, autónoma. Afortunadamente, siempre tenemos la
posibilidad de rebelarnos, y se lo están ganando a pulso.
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