miércoles, 4 de diciembre de 2013

Monumentos

Veo que en los últimos tiempos es cada vez más difícil hacer homenajes. Erigir estatuas o dedicar una calle a alguien o a algún colectivo es enfrentarse a multitud de gente que no lo considere apropiado, porque quizás suponga una agresión a sus sentimientos y sus convicciones. Tal vez sea por la tendencia en este país a no reconocer el talento ni la valía de los demás si no piensan lo mismo que nosotros, si no están en el bando al que nosotros creemos pertenecer no merecen el mínimo reconocimiento.

Esto implica el curioso fenómeno de conocer más de los colectivos que celebran a un personaje o colectividad que del objeto del homenaje. Sabiendo a quién sí a quién no quieren honrar, qué hechos destacar podemos deducir mucho de una determinada sociedad.
Sin embargo hay un colectivo que nunca ha sido reconocido. Un grupo de personas que sufrieron y nos hicieron la vida un poco más fácil. Y aun así nunca nos ha dado por darles las gracias, incluso hemos preferido ignorarlos o mofarnos.
Creo que en cada pueblo y ciudad debería haber una plaza, calle o monumento dedicado a los sufrimientos de las poblaciones de los países comunistas y soviéticos. Gracias a sus penurias en occidente pudimos disfrutar durante algún tiempo de lo que veníamos llamando estado de bienestar. Simplemente una solución de compromiso para intentar hacer menos atractiva una posible utopía con visos de convertirse en realidad, más tarde supimos que distaba mucho de sus propios objetivos. En cualquier caso la existencia de una alternativa hizo que los poderes tuviesen que hacer concesiones al resto de la población para evitarse problemas mayores.
Ahora que esa alternativa parece que ha quedado desacreditada y ha desparecido vemos los desmanes que se están permitiendo. No sé, quizás tendríamos que reflexionar sobre qué modelo alternativo podemos sugerir para generar ilusión en la gente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario