De un tiempo a esta parte está
proliferando una corriente de pensamiento que me parece bastante
peligrosa, si se hiciese realidad. En realidad, la cada vez mayor
difusión de esta idea la achaco a la ignorancia de la gente. No me
gustaría comprobar que existe una actividad orquestada por algún
grupo que pretenda acabar con la democracia.
He prometido que mis entradas serían
breves y aunque todas dan para extenderse mucho no lo haré, aunque
eso no evitará que reviste una y otra vez las ideas expuestas.
Es cierto que lo que nosotros llamamos
democracia, el sistema político de España dista mucho de ser
considerado como tal, pero tampoco podemos decir que sea una
dictadura, aunque a veces sorprende en sus formas. En cualquier caso
es inquietante comprobar cómo se va olvidando la historia y cómo se
deja de atender a los hechos, incluso los más recientes.
Debido al hastío que nos producen
nuestros políticos, inmersos casi todos en la corrupción y
dedicados a velar por sus intereses, se propone acabar con ellos. El
sentir general propone que hay que acabar con la casta de
improductivos a los que elegimos creyendo que van a hacer bien las
cosas, muchas veces su único mérito es la pertenencia a una
formación política, así la solución es suplirlos con gestores.
Viendo que tenemos un problema con los políticos, vamos a acabar con
la política. Para mí eso es un error. Volver a la tecnocracia es un
gran error, porque eso es lo que en el fondo se está proponiendo
como alternativa. Que unos supuestos expertos supervisen y tomen las
decisiones. En realidad se supone que eso ya es así, pero sobre
ellos, los expertos, están los políticos que indican hacia donde
tienen que dirigir sus esfuerzos según una ideología. A los
políticos los vigilan los ciudadanos. Todo en teoría claro.
La tecnocracia no garantiza el
funcionamiento del sistema, esto es la justicia, sino la ganancia
para algunos, la rentabilidad. Lo que se desprovee de ideología
termina mercantilizándose, presa del capital y de sus fuerzas. No
debemos dejar que nuestra libertad se vea mermada, no podemos
limitarnos a escoger unos gestores cada cuatro años. La democracia
es el poder del pueblo y debe ejercerlo, aunque esté equivocado.
Nadie ha dicho que la democracia sea barata. Más adelante veremos
propuestas para solucionar este desaguisado.
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