viernes, 11 de octubre de 2013

Acabar con los políticos


De un tiempo a esta parte está proliferando una corriente de pensamiento que me parece bastante peligrosa, si se hiciese realidad. En realidad, la cada vez mayor difusión de esta idea la achaco a la ignorancia de la gente. No me gustaría comprobar que existe una actividad orquestada por algún grupo que pretenda acabar con la democracia.

He prometido que mis entradas serían breves y aunque todas dan para extenderse mucho no lo haré, aunque eso no evitará que reviste una y otra vez las ideas expuestas.

Es cierto que lo que nosotros llamamos democracia, el sistema político de España dista mucho de ser considerado como tal, pero tampoco podemos decir que sea una dictadura, aunque a veces sorprende en sus formas. En cualquier caso es inquietante comprobar cómo se va olvidando la historia y cómo se deja de atender a los hechos, incluso los más recientes.

Debido al hastío que nos producen nuestros políticos, inmersos casi todos en la corrupción y dedicados a velar por sus intereses, se propone acabar con ellos. El sentir general propone que hay que acabar con la casta de improductivos a los que elegimos creyendo que van a hacer bien las cosas, muchas veces su único mérito es la pertenencia a una formación política, así la solución es suplirlos con gestores. Viendo que tenemos un problema con los políticos, vamos a acabar con la política. Para mí eso es un error. Volver a la tecnocracia es un gran error, porque eso es lo que en el fondo se está proponiendo como alternativa. Que unos supuestos expertos supervisen y tomen las decisiones. En realidad se supone que eso ya es así, pero sobre ellos, los expertos, están los políticos que indican hacia donde tienen que dirigir sus esfuerzos según una ideología. A los políticos los vigilan los ciudadanos. Todo en teoría claro.

La tecnocracia no garantiza el funcionamiento del sistema, esto es la justicia, sino la ganancia para algunos, la rentabilidad. Lo que se desprovee de ideología termina mercantilizándose, presa del capital y de sus fuerzas. No debemos dejar que nuestra libertad se vea mermada, no podemos limitarnos a escoger unos gestores cada cuatro años. La democracia es el poder del pueblo y debe ejercerlo, aunque esté equivocado. Nadie ha dicho que la democracia sea barata. Más adelante veremos propuestas para solucionar este desaguisado.

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