Leo en los periódicos que el Papa quiere que los feligreses católicos de todo el mundo rellenen una encuesta de treinta y ocho preguntas para pulsar el parecer de la comunidad acerca de algunos temas espinosos. Algunos de estos temas son, por ejemplo, los gais, el aborto, la natalidad…
Pronto los medios se han apresurado a declarar que todo es gracias al carácter más abierto del nuevo papado. A su voluntad de refundar una iglesia más colegiada y más cercana a las bases. Por lo que a mí respecta este nivel de análisis de momento no reviste interés, lo dejaremos para otra ocasión.
Lo que de verdad quiero resaltar en esta ocasión es la oportunidad de dar voz a la gente. Desconocemos qué harán con los resultados, lo manipulados que serán y la cantidad de intermediarios que habrá desde la base hasta llegar al Vaticano. De todas formas son cosas que dejaremos para más tarde. El cometario de verdadero interés viene en elucubrar sobre la opinión de las masas.
Siempre he escuchado a gente que se declaraba católica o más superficialmente como creyente pero que no estaba de acuerdo con la “iglesia formal”, los curas, obispos y demás jerarquía. Siempre se escudaban en el carácter reaccionario de la iglesia pero nunca en la condición intrínseca retrógrada de su fe o en la suya propia.
Será muy interesante ver cuán progresistas son los creyentes católicos y dejar de lado las escusas que siempre han esgrimido. Al final si resulta que la gente es mucho más abierta que su iglesia sólo habrá dos consecuencias lógicas o cambia la iglesia o los creyentes no podrán comulgar con ella, y ahora sin excusas porque no les escuchan.
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